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Profesor-Alberto
El colegio que soñamos!
Tener la oportunidad de participar en un grupo de innovación educativa (en las líneas de pedagogía currículo y didáctica) en primera instancia suena fantástico y tu imaginación y deseos sobre lo que siempre has soñado en la educación afloran, y como un niño al que al fin llevan al anhelado parque, no para de imaginarse […]

Tener la oportunidad de participar en un grupo de innovación educativa (en las líneas de pedagogía currículo y didáctica) en primera instancia suena fantástico y tu imaginación y deseos sobre lo que siempre has soñado en la educación afloran, y como un niño al que al fin llevan al anhelado parque, no para de imaginarse todo lo que hará al llegar, montarse en los carros chocones, subirse al martillo, montar en la licuadora...etc.

En un instante, te llega la realidad; el grupo que se ha conformado resulta ser numeroso, con convicciones firmes como un árbol de roble: fuerte e inamovible. Bajo su tronco están los pilares formados por muchos años, incambiables, intocables e indiscutibles.

Para este árbol, no hay idea nueva, propuesta, o intento de cambio. Recuerdo la primera vez que realice una propuesta con el fin de realizar nuevas prácticas "arriesgadas" (no diré innovadoras, estoy convencido que ha millones se les ocurrirá lo mismo). Tan solo llevaba un año; y la emoción junto con la curiosidad te invitan a proponer nuevas cosas; sin embargo, la respuesta que obtuve fue un recital memorizado: "eso ya lo intentamos y no funciono".

Salí un poco molesto, sintiéndome hasta tonto por mis ideas. Rápidamente recordé el millón de artistas, pedagogos, científicos innovadores a quienes siempre les han dicho “NO” mas de una vez, y sin embargo insisten. Al final he aprendido que puedes hacer muchas cosas en el aula de clases, compartir la experiencia fuera de la institución y luego regresar con los compañeros es el mejor camino o al menos lo que ha funcionado para mí.

Pensar en la educación que queremos obliga a romper paradigmas, encerrar los egos, no construir sobre lo construido, pues de esta manera se construirán ideas con las mismas bases y al final el resultado será el mismo. Bien lo dijo Albert Einstein: “Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. Exponerse al cambio es iniciar de cero.

Muchos con una gran dialéctica y un discurso sorpréndete nos dirán que no podemos dejar de lado lo que hemos realizado, que nuestra historia debe estar siempre presente. Estoy completamente de acuerdo en reconocer lo que se ha realizado, sin embargo, es momento de aventurase en otros caminos hacer nueva historia reconocer que no hay una sola forma de hacer las cosas, y aunque tengamos una propuesta que funciona la innovación nos invita a cambiar.

Hacer lo mismo durante mucho tiempo te hace bueno, pero cambiar e innovar te hace único; es allí cuando la experiencia y la verdadera innovación nace.

El primer paso para iniciar es enterrar el ego; creo que es lo más difícil en el proceso de innovación. Todos creemos tener la razón de acuerdo a nuestra lógica y se nos complica escuchar y dar validez a los argumentos que plantean nuestros pares. En especial, cuando se cree o se fomenta el espíritu competitivo, en donde queremos ser reconocidos por que hacemos o decimos, entonces no permitimos nuevas ideas, no escuchamos a todos por igual.

El ego no nos dejará realizar nada, lo único que logrará es ralentizar y destruir todo espíritu creativo, ideas e iniciativa al trabajo en equipo.

Pero para hacer alusión al titulo de este post “La escuela que queremos” daré algunas de mis “Little Ideas”. Tener la oportunidad de viajar a diferentes lugares del mundo, identificar algunos modelos educativos y socio-culturales, me invitan a soñar.

Creo que hay tres pilares que podría orientar la educación soñada, una educación centrada en el ser humano que le brinde estrategias, habilidades y competencias para desarrollar una vida balanceada en tiempos que se rigen por un modelo económico globalizado, un modelo social florecido por falsos ídolos y pésimos ejemplos de vida que a diario inundan las redes sociales y la TV.

Pilar 1: Una formación que brinde al estudiante la oportunidad de aprender un arte u oficio, en la cual la escuela se esfuerce por identificar las habilidades y destrezas de cada estudiante.

Pilar 2: Una educación que le permita desenvolverse como un ciudadano global, por tanto, debe poder comunicarse con cualquier persona en cualquier lugar. Por ello considero fundamental en el siglo XXI el dominio de una segunda lengua; en particular el inglés.

Pilar 3: Enseñar a ser felices! El desarrollo humano es fundamental en busca de una sociedad con una proyección orientada hacia la paz y la convivencia.

Todos los pilares se enmarcan en las competencias del siglo XXI.

Creo que cada post debe ser digerible… entonces hablaré un poco de cada pilar en las siguientes publicaciones.

¿Y tú que piensas? Te invito a compartir tus ideas…

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2 comentarios en «El colegio que soñamos!»

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